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Es común que algunos padres se angustien cuando no ven avances en la terapia de sus hijos, ¿qué puede estar pasando?:

  1. Expectativas poco realistas sobre la terapia 

Como padres es normal querer que tus hijos no sufran y mejoren lo antes posible, pero la terapia es un proceso que suele requerir tiempo, y más cuando se trata de niño.

Al igual que cualquier proceso de aprendizaje, la terapia implica construir herramientas emocionales y de comportamiento que pueden tardar en consolidarse. Si abandonamos antes de tiempo, es posible que el camino se quede a medio hacer.

  1. Vínculo débil con el terapeuta 

El vínculo es fundamental para que la terapia funcione. Si el niño no se siente cómodo con el terapeuta, no va a conseguir contar sus preocupaciones y miedos más profundos con los que necesita que le ayudemos.  Tanto el terapeuta como los padres tendrán que clarificar qué visión tiene el niño del terapeuta, y si no hay conexión, comunicárselo al centro para que el caso se derive a otro profesional.

  1. Resistencia al cambio 

Aunque la terapia tiene como objetivo ayudar con los problemas que puedan tener, algunas de las estrategias pueden implicar enfrentarse a sus miedos o hacer cambios que requieren esfuerzo y generar rechazo. Es importante que los papás y mamás les recuerden que aunque sea difícil, a largo plazo se van a sentir mucho mejor si se esfuerzan en ello.

  1. Falta de apoyo en el entorno familiar

La terapia no solo es un proceso individual, sino que también requiere la colaboración de los padres. Si el terapeuta sugiere actividades para hacer en casa o cambios en la forma en que se responde a ciertos comportamientos, es importante que los padres intenten cumplirlo. Esto refuerza el trabajo realizado en las sesiones y ayuda al niño a aplicar lo aprendido en su vida diaria.

  1. Metas poco claras o cambiantes 

En algunos casos, el niño puede no avanzar porque los objetivos de la terapia no están claramente definidos o necesitan ser ajustados.

Establecer metas claras es fundamental para que el niño mejore, y para ello es necesario ser consecuentes con los objetivos y los tiempos y habilidades progresivas que requieren para su adquisición.

La paciencia y el apoyo son esenciales para que la terapia consiga los objetivos deseados.

Que los padres mantengan una buena comunicación con el terapeuta, tener expectativas realistas y ser parte activa del proceso, pueden hacer una gran diferencia en como sea el proceso de terapia de los niños.

No dudes en contactarnos si tienes dudas y no sabes cómo abordar las dificultades de tu peque. Estamos aquí para asesorarte y acompañarte en el camino.