
Inseguridad gravitacional en la infancia: qué es y cómo acompañar a nuestros peques.
Cuando un niño evita subirse a los columpios, teme al subir escaleras o se aferra con fuerza al bajar de un tobogán, muchas veces pensamos que simplemente es “miedoso”. Sin embargo, en algunos casos, puede tratarse de inseguridad gravitacional, un término utilizado en Terapia Ocupacional para describir una respuesta de fuerte ansiendad frente a movimientos que implican cambiar de posición en el espacio, perder el contacto de los pies con el suelo o evitar colocar la cabeza en nuevas posiciones.
Los niños que la presentan pueden sentir que están en riesgo de caerse incluso en situaciones seguras y cotidianas, lo cual genera ansiedad y evita que disfruten de juegos o actividades que para otros resultan naturales. Nuestros peques pueden parecer extremadamente cuidadosos y realizar movimientos lentos con poca coordinación.
Este fenómeno está relacionado con el sistema vestibular, encargado de procesar la información sobre el equilibrio y el movimiento. Cuando este sistema no funciona de manera adecuada, el peque puede percibir el entorno como inestable o peligroso.
Signos que pueden alertar a las familias
Algunas conductas frecuentes son:
Evitar juegos en columpios, toboganes o camas elásticas.
Apretarse con fuerza de la mano del adulto al subir o bajar escaleras.
Mostrar miedo al saltar, correr o trepar.
Preferir actividades estáticas y de bajo movimiento.
Poca participación en actividades motoras gruesas.
Expresar ansiedad o llanto cuando se le levanta en brazos de manera inesperada.
Es importante recordar que cada niño es único, y la intensidad de estas reacciones puede variar.
¿Cómo puede ayudar la Terapia Ocupacional?
Desde Terapia Ocupacional se considera fundamental:
Evaluar el sistema vestibular y su integración con otros sentidos.
Diseñar un programa de intervención personalizado que exponga al niño de forma gradual y segura a diferentes movimientos.
Acompañar a la familia con estrategias prácticas en casa y en la escuela.
Lo más importante es respetar el ritmo del peque y celebrar cada avance, por pequeño que parezca.
La inseguridad gravitacional no es simplemente “un miedo pasajero”, sino una condición que merece comprensión y acompañamiento. Con la ayuda de la Terapia Ocupacional, los niños pueden desarrollar mayor confianza, seguridad, autonomía e independencia, abriendo la puerta a experiencias de juego y aprendizaje más plenas.