Dudas crianza

 

Esta es una de las preguntas que más escuchamos por parte de las familias. Se trata de la gestión emocional de sus hijos e hijas. Y es que, como padres y madres, se preocupan del bienestar de sus hijos tanto físico como emocional. Como es obvio quieren siempre lo mejor para ellos; que puedan desarrollar todo su potencial, que sean felices, que hagan lo que les gusta y que aprendan muchas cosas.

¿Por qué es importante la gestión de emociones en los más pequeños?

Desde la infancia es fundamental acompañar a los niños en esta labor. La educación emocional es, por tanto, clave en el desarrollo infantil. Un mayor manejo de las relaciones sociales y del propio bienestar, así como llegar a tener un autoconcepto positivo y una comprensión general de los acontecimientos cotidianos será posible si la gestión emocional se trabaja de una forma respetuosa.

No obstante, hay que señalar que los niños aprenden en su gran mayoría a través de la imitación. Por tanto, para ayudarles en esta gestión emocional  los adultos tenemos un papel fundamental, y es que debemos ser ejemplo y tener un control de nuestras emociones, para poder servir de modelo a los más pequeños.

4 tips para ayudar a tu hijo/a en la gestión de sus emociones

 

·        Explicar las emociones.

Se puede trabajar previamente el reconocimiento a través de otros formatos como son los cuentos o películas.  Posteriormente relacionar esas emociones generales que conoce: alegría, tristeza, ira… Con lo que le ocurre a él/ella poniendo ejemplos cotidianos o “in situ” cuando detectemos que está sintiendo una emoción.

·        Observar a tu hijo/a

Intentar detectar en él/ella aquellas cosas que le gustan, que no le gustan y qué emociones le generan. Háblalo con tu hijo utilizando preguntas como: “¿No te ha gustado esto que ha ocurrido?. ¿Por qué?. ¿Qué te hace sentir?”.

 Aprovechad para relacionarlo con las emociones que habéis reconocido en otros momentos.

·        Respetar los tiempos. 

Permítele llorar, reír, enfadarse y sobre todo, que lo comunique y verbalice. Pregúntale. Dale espacio en caso de sea necesario y respeta lo que necesita siempre que sea posible. Eso sí, es muy importante diferenciar la conducta o acción de su emoción o sentimiento. Si bien debemos aceptar y validar cómo se siente y no juzgar los sentimientos y emociones, puesto que son “incontrolables”, no se debe validar o aceptar cualquier acción ni pasarlas por alto. Es decir, hay que aceptar que estén enfadados y que sientan mucha ira, o que necesiten llorar y explicar qué le ocurre, pero esto no le permite romper objetos, gritar, agredir u otras actuaciones no permitidas.

·        La autoestima y el apego juegan un papel fundamental en lo que a emociones y bienestar se refiere. 

Por tanto, no se debería juzgar los sentimientos ni emociones del niño. Es importante que se comprenda su situación y el niño sienta que sus padres están para ayudarle. De esta manera se conseguirá crear un vínculo seguro. Además, juega con ellos y ayúdales cuando lo necesiten y en definitiva, muéstrate presente en su día a día compartiendo momentos con ellos. 

¿Y tú, de qué manera fomentas la inteligencia emocional?

Si en algún momento necesitáis ayuda, no dudéis en contactarnos para solucionar todas vuestras dudas y brindaros la información que necesitáis sobre el aprendizaje y cada nueva etapa.